septiembre 10, 2008

"El debate del Indec no es consistente"

Entrevista con el socialista Oscar González, vicejefe de Gabinete



El funcionario admite "un matiz" entre la estadística oficial y lo queindica la vida cotidiana de la clase media, pero dice que el tema esabordado con "un reduccionismo espantoso". Sostiene que la inflacióndebe revertirse con medidas tributarias, como una reforma del IVA.Por Werner Pertot
Para González, el Gobierno hizo “un aprendizaje de la necesidad de interlocución, que quizá se desatendía”.

-¿Qué medidas van a tomar para recuperar la credibilidad del Indec?

-Todo órgano del Estado está sometido al escrutinio de la sociedad.Cuando se trata de un organismo que tiene que ver con la producción deinsumos útiles para determinar el impacto en la calidad de vida y elconsumo, con mayor razón. Las medidas que eventualmente se tienen quetomar se refieren a una determinación anticipada -que yo no conozco-sobre supuestas irregularidades, que también desconozco. A mí no meconstan las irregularidades, más allá de que conozco hasta el hartazgolas versiones periodísticas. Me parece de un reduccionismo espantoso queel tema del Indec junto al tema del otro funcionario sea casi unmonotema.
-¿Se refiere a Moreno?-Sí. En ningún lugar del mundo se estaría discutiendo esto como ejecentral. Cada vez que hablamos de datos, que pueden ser seleccionados demasas informativas más amplias, estamos sometidos al error y lasubjetividad.
-¿Las irregularidades no se relacionan con la indexación de la deuda?-Es un hecho que hay bonos que están indexados en una fórmula que seconstruye con las determinaciones del Indec, pero ése es un razonamientohasta primitivo. No creo que ésa sea la intención. Hay una insistenciaen desalentar los números reales de la economía y el avance demostradode las variables sociales. Las versiones negativas y contraproducentesse exageran y las positivas se minimizan.
-Con la intervención del Indec, ¿no le dejan servida en bandeja la situación al FMI, a los economistas ortodoxos y a las consultoras privadas?-Siempre hubo consultoras que hicieron índices. La libertad de expresión implica la libertad de publicación de los índices. Hay unaradicalización de un debate del Indec que no es consistente. No sé cómoresiste al paso del tiempo esta polémica insustancial.
-¿Usted considera confiables los índices oficiales?-La vida cotidiana de ciertos segmentos de la población, básicamenteclase media y media alta, permite percibir un matiz sobre la estadísticaoficial. Eso es una discusión de la naturaleza de los datos con los quese elabora el índice. Los consumos de los sectores medios-altos en elmundo no están contabilizados.
-Sin embargo, la inflación impacta sobre todo en los sectores bajos...-Obviamente que es así. La eventual inflación -no se puede desmentir queexiste una determinada situación- debe revertirse con medidastributarias adecuadas. No soy economista, pero como una opiniónpersonal, pienso que habría que pensar si algunos tributos como el IVAno pueden ser reconsiderados para los sectores de bajos ingresos o parael consumo popular y masivo. Habría que estudiar la posibilidad de queel IVA sea readecuado, para que la naturaleza tan regresiva del sistematributario argentino se modere.
-Ese es uno de los reclamos de la CTA, junto con la asignación socialuniversal, que hasta ahora no fueron atendidos por este Gobierno...-Todo lo que signifique renta básica es un objetivo a contemplar.
-Sin embargo, hasta ahora el Gobierno contestó que resulta complicado"desde el punto de vista fiscal".-Es complicado desde el punto de vista técnico, pero como undireccionamiento de la política del Gobierno hacia la existencia de unarenta básica mínima, yo soy partidario. Como todas las medidas de laeconomía, a veces hay condiciones y otras veces no las hay para poder aplicar esto.

De qué se habla cuando hablamos del IPC

Juan José Primosich


Una forma de ver los índices que fue instaurada por el viejo modelo neoliberal.“La obsesión de los medios por las cifras del índice pone a las estadísticas en el lugar central de un relato que no puede dar cuenta de una realidad mas compleja” En la Argentina de estos días se vive un tiempo donde la imagen mediática roba casi todo lo real de la vida diaria, donde los medios de comunicación imponen su aviesa “ institucionalizad” bajo una matriz de un mercado soberano que “gobierna”, y donde el debate por los significados –los relatos contrapuestos- se convierte en una lucha comunicacional por el destino de cada politica de Gobierno. Asimismo a una suerte de “desenfreno mediático” que licua todo el valor de los relatos alternativos y cuyo oficio desvalija los significados de lo que importa, construyendo la mercancía informativa a su imagen y semejanza.Desde hace más de un año y medio que el INDEC ha recibido un sinnúmero de críticas por su labor. Se ha convertido en una de las principales banderas de la oposición política al momento de reclamar cambios al modelo de desarrollo económico del Gobierno. Fustigado por la “democracia mediática” vernácula –es decir, aquéllos que a sí mismos se reconocen como únicos gestores de los relatos “reales”- se lo ha transformado –para los grandes trusts formadores de opinión pública- en un ejemplo de la desintegración de las instituciones de la República. No es la primera vez que el INDEC ocupa la tapa de los diarios. Molesto por las cifras del Indice de Precios al Consumidor, el entonces ministro Martínez de Hoz pergeñó un Indice “descarnado” que “estadísticamente” le permitió mostrar una inflación más baja; a mediados de los ´90, Carlos Menem cuestionó en varias oportunidades las cifras de desempleo; llegado su momento, el Ministro Cavallo también cuestionaba las cifras que le enviaba el Instituto. Cuando Roberto Lavagna comandaba el Ministerio de Economía renegaba de las cantidades de pobres que le informaban y resolvió elaborar y difundir un índice de desempleo propio. La solución era esconder la información bajo la alfombra y “matar al mensajero” de las malas noticias. Históricamente, las críticas de los “tecnócratas autorizados” sobre la tarea del INDEC desprobaban la difusión de las consecuencias no deseadas de los modelos económicos –de los cuales earn sus ejecutores- concebidos a partir de altas dosis de injusticia social. No fue sino hasta 2007 que la apuesta kirchnerista planteó una reapertura, desde la política, de la discusión crítica contra todo aquello que los poderes institucionalizados en sectores, corporaciones, intereses y universos simbólicos instalaban como el país verdadero. Una mirada desapasionada nos mostrará que el INDEC es solo un instituto de estadísticas. Entonces, no se entiende por qué tal ensañamiento con el producto de su trabajo. Una interpretación es que se trata de una disputa por el relato de una Argentina “conveniente”, un estado de valores, un mundo de sentidos que habitualmente han articulado las grandes corporaciones político-financieras y sus voceros, en su tarea de “estipular” relaciones, negocios, rumbos y recetas, y que esta administración gubernamental ha decidido poner en tela de juicio.La actual obsesión de los medios por las cifras del Indice de Precios al Consumo (IPC) pone a las estadísticas por sobre las definiciones de la política económica –un precepto que los entes multilaterales supieron legarnos en los ´90 y que aún perdura- situándolo en el centro ardiente del relato “verdadero” de una realidad económico-social amplia y compleja que un simple indicador no puede dar cuenta. Solo puede ser parte de un relato que permita proponer qué fuerzas movilizar, por qué y hacia donde. En definitiva de la “comunidad económica argentina” de que el INDEC es el origen de todos los males del país, más que un despropósito es una canallada.Como mencionara la Presidenta, parece que no nos perdona haber decidido tener otro modelo de país, haber recuperado el poder de decisión sobre nuestra economía desconociendo las recetas del Fondo y que el actual modelo económico-social heterodoxo, autárquico –aún contra sus funestos augurios- tuviera éxito. El gesto de ruptura que significó poner en tela de juicio aquello que le neoliberalismo de moda impuso como molde –no discutir las consecuencias del modelo- sino poner en discusión el modelo mismo, es la expresión más acabada del forcejeo por fijar un relato propio contra la imposición de agendas desde los bastiones tradicionales del establishment financiero.